Y vuesa merced, ¿dónde camina?
Yo, señor -respondió el caballero- voy a Granada,
que es mi patria.
¡Y buena patria! -replicó don Quijote.

lunes, 15 de septiembre de 2025

REAL MONASTERIO DE SAN JERONIMO de Granada

 In memoriam de 
don Antonio Gullón Ballesteros *


    Como en otros monumentos granadinos de su época San Jerónimo es un monasterio donde confluyen el gótico tardío con el nuevo estilo renacentista. La grandiosidad y belleza de este templo nada tiene que envidiar a otros más conocidos, como pueden ser la Catedral, Capilla Real o Palacio de Carlos V.
    El monasterio fue fundado en 1492 por los Reyes Católicos en consideración a fray Hernando de Talavera, confesor de la Reina Isabel, perteneciente a la orden de los Jerónimos, primer arzobispo de Granada tras la toma de la ciudad y personaje relevante en la relación con los moriscos.
    En principio su ubicación iba a estar en Santa Fe, localidad próxima a Granada, donde estuvo el campamento real durante el cerco a la ciudad hasta su toma en enero de 1492, pero posteriormente se decidió cambiar su emplazamiento a terrenos pertenecientes a los reyes nazaritas, en un primer momento al lugar ocupado por el Hospital de San Juan de Dios y posteriormente a su actual ubicación.

    El monasterio está muy ligado a la figura del Gran Capitán, don Gonzalo Fernández de Córdoba, nacido en la localidad cordobesa de Montilla, gran estratega militar, que llegó a ser Capitán General de los Ejércitos de Castilla y Aragón por su labor en las guerras de Granada, y Virrey de Nápoles por sus campañas en Italia.


Abside desde calle Gran Capitán

    En el exterior del ábside, que recuerda al de la Catedral de Granada, se reproduce el escudo de armas de don Gonzalo Fernández de Córdoba sostenido por dos guerreros.

Escudo del Gran Capitán

    En la parte superior una cartela, sostenida por dos figuras femeninas, alegorías de la Fortaleza y la Industria, reproduce en latín: Gonzalo Fernández de Córdoba, Gran Capitán de los españoles, terror de galos y turcos.


    En el cuerpo inferior vemos algunas “macabrillas”, losas funerarias de los cementerios musulmanes que fueron utilizadas en la construcción de edificios cristianos; las aquí utilizadas eran de un cercano cementerio extramuros de la Puerta de Elvira.


    Habiendo surgido problemas financieros para la culminación de las obras, la reina Juana I, conocida como "la loca", y su hijo el emperador Carlos V, concedieron a la viuda del Gran Capitán, doña María Manrique, duquesa de Sessa, el derecho de enterrar en el monasterio a su marido, para lo que hubieron de crear una fundación con dotación suficiente a fin de: acabar las obras de la capilla mayor, mantener el monasterio y conservarlo.  Este hecho motivó que el templo comenzado en estilo gótico, fuese acabado en el renacentista, pues el prior del Monasterio, Pedro Ramiro de Alba, encargó las obras al italiano Jacobo Florentino, a cuya muerte sucede Diego de Siloé. 
    Los restos del Gran Capitán, que se encontraban enterrados en el desaparecido Convento de San Francisco, donde estuvo la sede de Capitanía General de Granada, fueron trasladados en 1522 hasta el Monasterio de San Jerónimo, donde descansaron junto a los de su viuda, hasta los días en que las tropas napoleónicas lo utilizan como cuartel, profanan la tumba y dispersan los restos por distintos lugares.


Acceso por calle López Argüeta con emblemas de Casa de Mendoza y Fray Hernando de Talavera

    Tanto por la calle López Argüeta, como por la Compás de San Jerónimo, se accede a una explanada en la que hay dos elementos que pasan desapercibidos a la atención del visitante: frente a la entrada por calle Compás de San Jerónimo un reloj de sol que indica las horas y las medias; a la derecha de la fachada de acceso al convento un escudo en piedra de la familia del cardenal Mendoza, quien entró en la Alhambra con las tropas que tomaron Granada y colocó en la Torre de la Vela el estandarte de Castilla.


Acceso Compás de San Jerónimo

Reloj de sol


Escudo de la familia Mendoza


Explanada de acceso

Fachada Iglesia

    Tiene la fachada de la iglesia, diseñada por Diego de Siloé, tres cuerpos de alzada. En el inferior, sobre la puerta de entrada al templo, en mármol blanco la imagen de San Jerónimo penitente. 



    En el intermedio el escudo de los Reyes Católicos coronado por el águila de San Juan  flanqueado por dos ventanas y las iniciales de sus nombres y símbolos: las letras F-Y con el yugo y las flechas.
    En el cuerpo superior una bella ventana, en torno a la cual lucen dos medallones con las figuras de San Pedro y San Pablo y otras de animales y vegetales labradas al estilo plateresco.

Segundo y Tercer cuerpos


    En la torre se nota una diferencia entre los cuerpos superiores e inferiores, pues aquellos hubieron de ser reconstruidos tras su demolición por las tropas francesas en los días que ocuparon Granada, con cuyas piedras construyeron el Puente Verde sobre el río Genil al final del Paseo del Salón.

Fachada de acceso al convento

     La portada de acceso al convento (1593) es obra de Martín Díaz Navarrete. En el entablamento, sobre la puerta, en latín el lema del Monasterio: SOLO A DIOS HONOR Y GLORIA. En el cuerpo superior, dentro de un edículo rectangular y bajo un arco de medio punto, una imagen de la Inmaculada, a cuya advocación está dedicado el Monasterio. Un frontón con un escudo en el centro remata la portada.

    INTERIOR DEL MONASTERIO

    Por un austero zaguán con empedrado granadino y la portería, en la actualidad oficina recepción, se accede al claustro y patio principal del Monasterio, desde el que se contempla una bella estampa del cimborrio de la iglesia sobre los arcos de las plantas del claustro.




    El pórtico pertenece a un gótico tardío en transición al renacimiento y en su patio luce una fuente rodeada de naranjos y arrayanes.



    Sobre el lado de la iglesia, adosada a ella, una tercera galería destinada a pabellón de convalecientes. 


    Los arcos inferiores, de mayor altura que los superiores, están adornados con figuras humanas, racimos de uvas y animales mitológicos; en los arcos centrales de los lados este y oeste vemos el escudo, iniciales y símbolos de los Reyes Católicos, en los de este y oeste el de Fray Hernando de Talavera, primer arzobispo de Granada tras la conquista de la ciudad. En la segunda galería se encuentran las celdas de los monjes.

    LA CAPILLA

    Saliendo al claustro, a la derecha se encuentra la Capilla, de uso privado de las monjas que habitan el monasterio, aunque ocasionalmente se puede visitar con motivo de celebraciones religiosas.

Puerta de la Capilla

    La puerta, de estilo renacentista, es obra de Diego de Siloé. Sobre el entablamento una hornacina con la Virgen y el Niño en sus brazos.

    ESCALERA
    
    Al final de este ala del claustro una soberbia escalera de acceso a la galería de la segunda planta, donde se encuentran las celdas de los monjes.


        En el arco de la derecha un pasillo permite ver parcialmente otro
 claustro más pequeño de trazado muy similar al anterior, en cuyas estancias se hospedó la esposa de Carlos V, Isabel de Portugal, durante su luna de miel en Granada, pues la Alhambra, donde se hospedó el Emperador, no le resultaba acogedora, dado el estado que tenía tras ser abandonada por la corte nazarí. 

Claustro pequeño

    Aunque la galería superior no está abierta a la visita conviene subir unos pocos peldaños hasta la verja que delimita el primer tramo de la escalera y contemplar la belleza de este espacio.





    En la segunda galería cada celda de los monjes está demarcada con el nombre de un santo o arcángel. 









    En la galería inferior se encuentran cuatro dependencias en las que se desarrollaba la vida monacal (Refectorio, Salas de Profundis, Capitular y de Culpas) y la Sacristía e Iglesia. En el suelo del claustro, desde la sala de Profundis hasta la Iglesia se encuentran lápidas con el nombre y año de fallecimiento de los monjes enterrados.





    REFECTORIO


Puerta del Refectorio



    En el refectorio, comedor de los monjes, se conservan los bancos y mesas donde comían, lo que permite conocer la austeridad de la vida monacal, así como el pequeño púlpito desde el cual se hacían lecturas durante las comidas.


    Entre los cuadros que presiden este espacio son de destacar una Inmaculada y una Santa Cena, atribuidos a Atanasio Bocanegra y Juan de Sevilla, ambos discípulos de Alonso Cano.




     SALA DE PROFUNDIS


Puerta Sala de Profundis


    Contigua al Refectorio se encuentra la sala de Profundis, destinada a la oración y desde la cual los monjes, cantando el Salmo 130, denominado de Profundis, accedían en dos filas al refectorio por dos vanos abiertos junto al pilar, donde antes se lavaban las manos, que está presidido por un escudo, labrado en piedra, del emperador Carlos V.







        ALTAR ITALIANO

       Junto a la entrada de la Sala Capitular se puede contemplar el frontal de un magnífico altar italiano del siglo XVI en mármol blanco, cuya base, de una sola pieza, está adornada con bajorrelieves de escudos y figuras humanas.



SALA CAPITULAR


Portada renacentista Sala Capitular


   

    En la Sala Capitular los monjes, presididos por el prior, se reunían para tratar los temas de la comunidad.



    El emblema de los jerónimos se repite constantemente por el recorrido del monasterio.


    SALA CAPITULO DE CULPAS




    En esta sala, hoy separada de la Capitular por una gran puerta, se reunían a capítulo los monjes para reconocer y rectificar sus culpas.



    Frente a la puerta hay una lápida de mármol blanco que corresponde a la tumba de Fray Pedro Ramírez de Alba, monje jerónimo, que murió en 1528 y fue quinto arzobispo de Granada.

    Bajo el suelo de la sala se encuentra la cripta para enterramiento de las monjas que en la actualidad ocupan el monasterio.

    SACRISTÍA



    También de estilo renacentista es la puerta de acceso a la sacristía con la leyenda AVE MARIA GRATIA PLENA, pues el monasterio está bajo la advocación de la Virgen María; también ese texto figura en el escudo del poderoso e influyente Cardenal Mendoza que se encuentra sobre la puerta.




    En el centro de la sacristía una mesa ocupa el lugar de una columna gótica que desmontaron los franceses cuando expoliaron el monasterio.



    En esta sala se encuentra, procedente del monasterio de Santa Paula, una talla del Niño Jesús, conocido como del Gran Capitán porque dicen lo llevaba consigo en las batallas.


    En su día esta sala albergó los tesoros donados al monasterio por los Reyes Católicos y la viuda del Gran Capitán, que fueron expoliados por los franceses en los días de la invasión napoleónica a comienzos del siglo XIX.



    IGLESIA






    La iglesia es de una nave con planta de cruz latina y capillas a los lados comunicadas entre sí, destacando en la de San Miguel un sencillo retablo barroco con una bella escultura del arcángel en una hornacina central.



    A los pies de la nave, en planta superior, el coro, desde donde se contempla una hermosa  vista del crucero y altar mayor.



    En este espacio la pintura al fresco compite en belleza con la sillería de Diego de Siloé y un órgano del siglo XVIII procedente del convento de Santa Paula.







    En el centro del crucero un grandioso cimborrio con claraboyas y, sobre repisas que sostienen ángeles, las imágenes de los cuatro Evangelistas.





    En el centro de la nave, junto al altar mayor, se encuentra una lápida bajo la que se encuentra la cripta en que se depositaron los restos del Gran Capitán, su esposa la Duquesa de Sessa, su hija y su yerno; en la lápida se grabó un texto en latín que termina diciendo que “su gloria no quedó sepultada con él”. Como ya se dijo, los restos fueron expoliados junto con otros bienes cuando los franceses utilizaron el monasterio como cuartel. 



    En las bóvedas laterales del crucero casetones y pinturas con representaciones de héroes y heroínas de la antigüedad clásica para emular los valores que adornaron al Gran Capitán; en ambas capillas del crucero se repite su escudo.






    La capilla mayor es majestuosa y nos recuerda a las de la Capilla Real y convento de Santa Isabel la Real, pues, como en éstas, destaca sobre una hermosa escalinata su espléndido retablo que merece la pena ser contemplado en todos sus detalles.



    El retablo policromado, que ocupa todo el ábside, es una de las obras maestras de la imaginería española y andaluza. Consta de cuatro cuerpos con un ático recogidos entre nueve calles separadas por columnas. En el ático una imagen de Dios Padre en el centro, y otras de San Justo y de las Virtudes Cardinales.




    El primer cuerpo se dedica a la vida de Jesús, donde quedan representados la Adoración de los Pastores y la de los Reyes. A la Virgen María está dedicado el segundo cuerpo con los pasajes de la Anunciación y la Presentación en el templo.



    En el tercero, dedicado a la Pasión de Cristo, estampas del Prendimiento y Jesús orando antes de la crucifixión y en el centro San Jerónimo penitente; en el cuarto Cristo crucificado y las escenas de la Ascensión y Pentecostés. 



    Aparte otras imágenes que acompañan las referidas, son de destacar, en la parte baja, a cada lateral del retablo, las figuras orantes de don Gonzalo Fernández de Córdoba y doña María Manrique.




    Sorprende también en la nave de la iglesia la riqueza de sus pinturas al fresco, con grupos de ángeles, los Padres de la Iglesia, escenas bíblicas y otras sobre la vida del Gran Capitán.





    CAPILLA DE LA TORRE


    Entre la puerta de la iglesia y la de entrada al claustro por la portería se encuentra la Capilla de la Torre.


Portada Capilla de la Torre

        En el centro del intradós del arco un Ecce Homo flanqueado por relieves de San Pedro y San Pablo, San Juan Bautista y San Juan Evangelista, San Gregorio y San Jerónimo.


      Un busto de sor Cristina de Arteaga recuerda a esta mujer, que destinó a la restauración del Monasterio de San Jerónimo lo recibido del Ayuntamiento de Granada por la cesión a éste del Carmen de los Mártires.



        Miguel Sánchez Peinado

       15 septiembre 2025


    * Cuando ultimaba esta entrada, dedicada a cuatro compañeros de promoción jurídica, uno de ellos me informa que ha muerto don Antonio Gullón, catedrático de Derecho Civil de todos, y maestro mío en lo jurídico y algunos concretos aspectos de la vida, con quien tuve la suerte de colaborar en la cátedra y actividad profesional. Un día, caminando por el pie de la Catedral, se para y me dice: no olvides que la batalla del hombre ante la vida la tiene perdida el hombre, pero los grandes hombres son aquellos que sabiéndolo siguen luchando. Al comentar la anécdota a mi buen amigo Diego Medina dijo: ese es el superhombre de Nietzsche.

    Sé, con certeza, que mis cuatro compañeros y amigos, a quienes iba destinado este trabajo, comprenderán haya cambiado la dedicatoria para dedicarlo a don Antonio, catedrático de todos y maestro mío.


5 comentarios:

  1. Mágnifico artículo Miguel y estupendamente ilustrado. Enhorabuena

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  2. En este 15 de septiembre amigo Miguel creo, no podías elegir para ofrecernos, un mejor artículo que este. A los que somos de esa preciosa tierra, nos rellena el espíritu, esa enorme obra de arte que inunda Granada. Más aún, porque sabemos que nunca la conoceremos del todo. Un abrazo

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    1. Amigo Manolo. Es gratificante descubrir que se contagian las emociones que sentimos cuando se comparte algo que hacemos por placer personal.

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  3. Como de costumbre Miguel nos aporta un reportaje de gran interés sobre una joya de la que muchos no conocíamos tantos detalles que nos descubre Miguel, como siempre, acompañados de estupendas imágenes.

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  4. Excelente trabajo Miguel, lo he disfrutado y he aprendido muchas cosas que no sabía! Ha sido un placer leerlo.

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