Y vuesa merced, ¿dónde camina?
Yo, señor -respondió el caballero- voy a Granada,
que es mi patria.
¡Y buena patria! -replicó don Quijote.

jueves, 18 de octubre de 2018

HABLEMOS DEL AMOR


Con el permiso de su autor traemos a DESDE PLAZA NUEVA la carta sobre el Amor que un padre envía a su hijo con motivo de su boda. En estos tiempos de tensiones entre parejas es interesante conocer visiones ajenas sobre un tema tan importante en la vida de los seres humanos como es el del Amor. En la carta se toca el equilibrio entre valores o principios tan trascendentes como el Amor y la Libertad, y virtudes tan esenciales como la Humildad y la Generosidad. Por si a alguien pudiera aportar algo la publicamos para su conocimiento.
La carta dice así: 

"Querido hijo

Estamos a tres días de tu boda con Leticia, y os veo a los dos radiantes de felicidad y muy centrados el uno en el otro. Esa felicidad nos está contagiando a todos y nos da mucha tranquilidad. Anoche estaba tomando una cerveza con tu suegro, y él -tan poco propenso a exteriorizar sentimientos- me hizo el comentario de lo enamorados que os ve. Por mi parte también tengo que decir que me tenéis pleno de felicidad; nunca había vivido momentos tan intensos sentimentalmente, y no precisamente por lo que a la boda rodea, sino de verte feliz y totalmente implicado con Leticia. 

En los momentos más importantes de tu vida siempre procuré transmitirte algunas ideas que consideraba importantes para vivir dignamente. Este momento que estamos viviendo, ante tu decisión de comprometerte públicamente a compartir tu vida con Leticia, es una ocasión propicia a que un padre transmita algunas cosas a su hijo en relación a la nueva etapa que se le abre; etapa hermosa e ilusionante.

Sé que has tomado la decisión con madurez y enamorado; al matrimonio hay que ir enamorados. La carta que nos escribiste a mamá y a mí el otro día nos dio mucha tranquilidad, aparte de conmovernos, pues evidenciaba tu madurez, tu enamoramiento y lo claras que tienes tus ideas respecto a lo que quieres sea tu futuro con Leticia. Pero, no obstante, quiero decirte algunas cosas; el momento lo aconseja.

Cuando después de habernos dicho vuestra decisión de casaros, recuerdo que un día os dije a tí y a Leticia que no se casa uno sólo con una persona, sino que también lo hace con un mundo. Hoy quiero recordártelo, para que no olvides en ningún momento amar a tu mujer en su mundo. No debes arrancarla de su mundo porque tú te consideres capaz de darle un mundo mejor; eso sería un error, como también lo seria el que ella te arrancara del tuyo. Otra cosa es que los dos sepáis construir, sin romper lo que cada uno lleva consigo, una nueva parcela, un mundo nuevo compatible con el anterior, propio vuestro, en el que estando los dos solos y centrados en vosotros la felicidad sea plena porque esa nueva parcela no es de uno ni del otro, sino de los dos, edificada por los dos. Sin dejar de ser Jose y Leticia es importante que tengáis la sensación de que cuando estáis juntos sois una persona distinta, pues cuando las almas se comunican generan una personalidad distinta, fruto de las energías que se intercambian. Por eso la vida en pareja es la más enriquecedora. Es importante no perder de vista nunca el proyecto común y distinto al que individual y personalmente podáis tener. Un proyecto común es una referencia importante en los momentos difíciles, pues cuando surge un conflicto tener claro lo que necesita ese proyecto puede ser una forma de salir pronto de las tensiones que pueden producirse al aplicar las ideas propias de cada uno.
Continuamente la sociedad, los amigos, las familias, los compañeros de trabajo nos proponen proyectos, nos organizan momentos agradables, y aunque eso pueda ser hasta bueno, lo que no es bueno es que vuestro proyecto se quede sin realizar porque otros os absorban en los suyos. Ya sabes el dicho de que como en la casa de uno un ningún sitio. Eso deseo como padre; que empecéis a construir desde el primer día vuestra casa, vuestro mundo propio, en el que os sintáis felices y autoprotegidos, sabiendo que un proyecto común basado en el amor es el mejor muro de protección ante las inclemencias de la vida.

En tu carta de hace unos días a mamá y a mí nos decías que es muy gratificante ver la relación que los dos tenemos con la familia de Leticia. Es muy fácil y sencilla la razón: aparte de ser personas buenas es el mundo de Leticia, ya es tu mundo, y por tanto es nuestro mundo. 

Mi primer consejo para esta nueva etapa tan hermosa que se os viene es que sepas respetar el mundo propio de Leticia, que sepas hacerte respetar sin conflicto en el tuyo; y sobre todo, sed fuertes, incansables e imaginativos en la creación y mantenimiento de vuestro propio mundo sobre la base de un proyecto en común. Para eso contad con nuestra colaboración. Cuando uno ha fallado en eso, como yo he fallado, -siempre tendré la duda de si la separación llegó a afectarte más de lo que yo pensaba- es ilusionante y apasionante ver como el hijo supera al padre en un tema tan delicado e importante como el de la relación de pareja. Pero no por ello el error ha de caer en saco roto, como te decía el otro día; la verdad se puede descubrir desde el acierto y desde el error, aunque es mejor no cometerlo, pero si se equivoca uno no hay que tener miedo a equivocarse –recuerda la carta de la Primera Comunión-. Dijo Piet Hein, investigador y poeta danés, que “el camino hacia la sabiduría es muy sencillo y fácil de expresar: equivocarse, y equivocarse y equivocarse una y otra vez, pero cada vez menos y menos y menos”.

Evidentemente he de referirme fundamentalmente al Amor, en un momento como éste. 
Cuando en tu carta hacías referencia a la que te escribí para tu Primera Comunión hace ya 20 años, he observado que en ella te decía las mismas cosas que quería decirte ahora, aunque hoy, por razones obvias, la forma y los argumentos no pueden ser los mismos que cuando eras niño o adolescente. También en la carta con motivo de tus 18 años cumplidos se repetían los mismos conceptos: Amor, Libertad, Verdad.
Al recordar aquellos momentos y releer veinte años atrás la carta a mi hijo de diez años me he sorprendido, pues observo que ya al Jose niño le decía las cosas que quiero decirle al Jose hombre. Y me sorprendo gratamente al ver que empecé a transmitir al niño lo que se debe transmitir al hombre. En eso no me equivoqué, menos mal. 

Hablemos nuevamente del Amor, hoy con más motivo al estar ya inmerso en él como hombre en busca de su madurez plena.

Descubrir las claves del gran misterio del Amor, o al menos intuirlas, es imprescindible para vivir en paz con uno mismo y en armonía con los demás. Amar es un arte, porque vivir dignamente lo es, sobre todo en los tiempos actuales.

Nos nacieron sin manual de instrucciones y el principal problema –al mismo tiempo gran aventura de nuestras vidas- es descubrir las propias normas de funcionamiento, tan distintas, a veces o casi siempre, a las que pretenden imponernos, incluso con la mejor de las intenciones, ya desde la más tierna infancia. El más elemental de los utensilios que compramos viene con su manual de instrucciones; el ser humano es mucho más complejo que cualquier máquina fabricada por el hombre y nacemos sin embalaje y sin manual de instrucciones; por ello hemos de conocer las reglas e instrucciones de nuestra compleja naturaleza, para poder vivir conforme a nuestra personal y genuina manera de ser, pues aún siendo en parte similares al resto de los humanos hay una parte esencial en la que somos singulares.
Cuando algo no funciona conforme a sus reglas y principios acaba estropeándose. A los humanos nos pasa igual y de ahí tantas depresiones y frustraciones. La felicidad reside en gran medida en la serenidad y fortaleza de funcionar conforme a las reglas de nuestra genuina personalidad, incluso cuando los demás van en otra dirección, pues la felicidad es un sentimiento muy personal. Creo que cada persona nace para algo y con aptitudes encaminadas a ese determinado fin. Descubrir qué demanda la vida de nosotros, saber para qué hemos nacido y conocer nuestras capacidades y nuestras reglas de funcionamiento es el principal reto y, como antes te decía, la gran aventura de la vida. Sobre esta idea me he preguntado desde hace tiempo, y sobre todo a raiz de mis fracasos sentimentales, qué es el Amor.

El Amor, por una parte lo veo como un sentimiento personal de serenidad y felicidad que tiene la buena gente que obra bien, independientemente del resultado que pueda obtener por lo que hace. Pero también podríamos decir que el Amor es la entrega generosa y sin miedo a la persona amada con la pretensión de colaborar a su enriquecimiento personal por la realización de sus potencialidades, lo que exige que ella actúe según sus propias normas y principios intrínsecos en su personalidad. Amar es entregarse al ser amado para colaborar en su realización personal. El Amor entre esposos es lo mismo, pero en el marco de un proyecto común.

Quien ama y desea ser amado es una persona libre y generosa; y además exigente con el ser amado para que viva sin miedo conforme a su auténtica y genuina manera de ser desarrollándose conforme a su personalidad; y se puede ser exigente con el ser amado para que sea él mismo, porque el amante sabe que su amado tendrá su generosa colaboración en el desarrollo personal, y le hará comprender que el premio del verdadero amante es la felicidad que provoca contemplar al ser amado radiante en su plenitud al vivir conforme a su propio “manual de instrucciones”. La responsabilidad en la búsqueda de la felicidad no se puede delegar en otros, se podrá compartir, pero nunca delegar. 

Que el ser amado se sienta libre para actuar según su manera de ser es importante. Amor y Libertad nos son imprescindibles. El gran reto de la vida es conseguir ese equilibrio entre Amor y Libertad en el marco de proyectos comunes evitando el conflicto. Cuántas frustraciones y desamores son fruto no del egoísmo, sino de la incapacidad para buscar y encontrar ese equilibrio. La inteligencia también la hemos de poner al servicio de la búsqueda de valores en equilibrio.
Amor y Libertad son inseparables, se alimentan de la generosidad y son incompatibles con el miedo. Sólo saben de amores los generosos de corazón y espíritu; sólo pueden conocer el sentimiento de libertad quienes no tienen miedo a conocer los sentimientos propios y ajenos. Los egoístas y miedosos poco saben de amores, aunque muy propensos a enamoramientos, que cosas bien distintas son.

El camino para el Amor está en la contemplación del ser amado, en el esfuerzo por comprender su manera de ser y comportarse, pues por ese camino llegamos al conocimiento de cómo es en realidad, y por el diálogo comprender el por qué de esa realidad.
Contemplación,
diálogo y
comprensión,
método para la eficaz colaboración al desarrollo y bienestar del ser amado.

En ese camino permanente de realización pueden surgir momentos difíciles de cansancio y hasta de desilusión en los que más que nunca hemos de poner la inteligencia a pleno rendimiento. Por ello, para estar siempre alerta –estar alerta no es estar tensos o con miedo-, para no dormirnos en los momentos de felicidad y no perder de vista en los momentos oscuros que todo es efímero, y en esa confianza saber esperar en la noche a que la luz aparezca nuevamente, necesitamos de la inteligencia. Recuerda a Marina: “Un velero con proa a barlovento es un brillante triunfo de la inteligencia sobre el destino” y que “el buen navegante mantiene en las horas de la luz la advertencia de la noche, y en las horas oscuras la esperanza del día”.

La felicidad es una meta a la que todos aspiramos, pero no debemos perder de vista que el hecho de vivir ya es un acontecimiento feliz. La vida es un regalo que solo merecen quienes la viven intensamente, sabiendo que es un ramillete de alegrías, penas, placeres y dolores que no se pueden entender los unos sin los otros, y quienes así la ven son unos privilegiados capaces de asimilar con naturalidad el triunfo y el fracaso, sin caer en la euforia en el triunfo ni en la depresión en la derrota, pues, como dijo Kiplin, ambos –éxito y fracaso- son grandes impostores. 

Quiero decirte que hay dos virtudes fundamentales para la convivencia: la bondad y la humildad. Ambas presentes en un buen manual de instrucciones del ser humano. Has tenido suerte en tu vida, pues si algo caracteriza a mamá es su bondad y sencillez. Procura tenerla siempre presente y ten en cuenta su forma de ver la vida, sin que ello te obligue a actuar como ella lo haría, pues tu manual de instrucciones puede ser distinto, pero no olvides que el interpretar la vida también es un arte y la experiencia un grado. Observa la Naturaleza, es necesario para saber de la vida, y verás que en la época otoñal algunos árboles y hombres se desprenden de sus hojas, dejan de dar sombra, para a través de sus ramas desnudas y leñosas mostrar la grandeza del horizonte que las hojas no dejan ver el la primavera florida. Oye siempre a los viejos, no para hacer lo que ellos hicieron, sino para ver el horizonte desde cotas más altas.

Hasta aquí mis reflexiones por si te son útiles para navegar con vuestro “Amor proa adentro”.

Y si te he puesto a mamá como referencia para tu caminar con bondad y sencillez, nada mejor para acabar esta carta que trasladarte lo que ella me escribió sobre el amor con motivo de la separación. Decía: “ Siempre he tenido la certeza de que para que el amor entre dos personas no se apague, tienen los dos –diariamente- que ir echándole comprensión, confidencias, inquietudes y por supuesto sexo”. Por eso en las peticiones de la misa de la boda rogamos para que seáis esposos comprensivos, confidentes e inquietos. (El sexo lo excluí, no porque no estuviera de acuerdo, sino por el escándalo de unos y las risas de otros ante tan humana y gratificante petición en el altar de la renacentista, gótica y barroca iglesia de la boda).

Un beso en estos momentos tan entrañables y felices.

Tu padre"