Y vuesa merced, ¿dónde camina?
Yo, señor -respondió el caballero- voy a Granada,
que es mi patria.
¡Y buena patria! -replicó don Quijote.

domingo, 18 de septiembre de 2016

LA SEÑORA QUE NUNCA ABANDONA LOS LIBROS


En cierta ocasión me referí a una entrañable amiga, a la que mucho debe esta ciudad por su activa y callada labor en el ámbito de la docencia y difusión de la cultura, que me sugirió dedicar alguna entrada en el blog a personajes de significado especial en la historia de la cultura granadina. Fué María Sánchez Arana quien me sugirió tal idea. Y aprovechando que ha sido galardonada con el sencillo y entrañable premio del Gorrión de Plata, que los vecinos del barrio del Zaidín le han otorgado este año, me sumo al homenaje, manifestando que María es uno de esos personajes de especial significado en la historia de la cultura de Granada; y matizando la terminología de la periodista -a la que en modo alguno corrijo- digo que María Sánchez Arana fué y es "la Señora que nunca abandona los libros".
Hablar de María es para mí hacerlo desde la razón y el sentimiento, como desde la razón y el sentimiento imagino han actuado quienes han decidido reconocer su valía con el gran galardón de un sencillo gorrión de plata. Conociéndola, si yo pudiera, me uniría al homenaje regalándole un castaño alpujarreño con un ruiseñor o un jilguero en sus ramas, o una gaviota revoloteando por el faro de Sacratif en una otoñal tarde motrileña, ciudad donde tantos años ejerció la docencia, pues María, como Juan Salvador Gaviota, lo que más ama en la vida es "volar sin olvidar la bandada"; por ello, a María cuando se la busca se la encuentra.
Sus miles de alumnos, sus mujeres de la Biblioteca de las Palomas en el Zaidín saben de la justicia del premio que le han dado en reconocimiento a su permanente e inagotable labor docente, pese al peso del tiempo.
He tenido la suerte de conocer a María desde mi infancia, su madre era prima de mi abuelo materno, pero fue la relación de vecindad en una casa de la calle Puentezuelas, frente a la iglesia de la Magdalena, ella y su familia en el segundo piso, mi bisabuela, mi abuela y mi padre en el ático, lo que motivó un algo especial entre ambas familias. Su madre -la tía María Arana- y mi abuela -también María- eran, además de vecinas, grandes amigas. También la relación de María con mi padre fué especial, pues ambos coincidieron en el mundo de la cultura, ella como profesora de literatura e incansable lectora, él como editor. En base a esto decía antes que al hablar de María Sánchez Arana lo hacía desde la razón y el sentimiento, lo que en modo alguno implica dejar de ser objetivo. 

María está dotada de esa elegancia y secreta seducción que emiten algunas personas a través de su forma natural de ser y estar, sin que puedan hacer nada por evitarlo. Muy femenina, elegante en el saber estar y en el vestir, sin ser coqueta.
Valiente, con ese don enigmático que la naturaleza otorga a ciertas personas sin que en ello intervenga su inteligencia, el dinero, ni la edad; sabe lo que quiere y lucha por ello.
Se dedica a hacer lo que sabe: leer, enseñar y educar a través de los libros y con su ejemplo, como los mejores maestros.
Buena en su oficio cumple con su trabajo sin darle más importancia.
No da consejos, pero si se los pides sólo te da su opinión.
Su atractivo principal es su belleza moral, que determina cada uno de sus actos.
Es justa, bondadosa y generosa. Amiga leal y comprometida, sin tener en cuenta edad, clase social ni religión.
Sus genes y educación son los que sus padres, Ramón y María, le transmitieron, pero también aprendió bastante de mi abuela, a quien adoraba y sentía como amiga.
Persona con sensibilidad para casi todo: por su modo de mirar, de hablar, de guardar silencio, de caminar, de estar sentada, de trabajar, de sonreir, de permanecer siempre en un discreto segundo plano, como si la educación se la hubiera proporcionado el aire que respira.
Sabe callar y sus silencios hablan más que sus palabras.
En definitiva, una maestra, una gran lectora, una señora, una mujer que deja huella sin proponérselo.

Me reitero, hablo con el sentimiento pero con objetividad, pues el semblante de María no es mío, lo hizo ella sin saberlo.

Dice la psicología que, en muchas ocasiones, cuando hablamos, admiramos o sentimos animadversión respecto a algunas personas lo que hacemos es proyectar inconscientemente sobre ellas nuestra propia imagen. En cierta ocasión, preparando unas notas para mi hijo sobre sus antecedentes familiares, la pedí a María una semblanza de mi abuela, a la que conocía bien; me escribió sobre ella lo que en párrafos anteriores he transcrito casi literalmente.
Cuando María escribía de forma consciente sobre mi abuela, sin darse cuenta su subconsciente proyectaba su propia imagen en su vecina del cuarto. Y como el subconsciente dice la verdad aunque cueste creérsela escribo sobre María lo que he escrito, que como se comprenderá ha sido fácil, pues me he limitado a copiar. Y si alguien, conociendo a María, no está de acuerdo con lo dicho siéntase libre para corregirme.

Y acabo con un chisme: Un día le pedí a María una relación de rincones con encanto en los que perderse por Granada; al día siguiente tenía una lista de lugares especiales para ella, a la que añadía esta apostilla: "Todo con esta frase de Lorca: ¡Con cuánto trabajo deja la luz a Granada!". En mi reciente exposición sobre Granada hay varios de esos rincones y consta el texto del gran poeta granadino. La exposición, en homenaje a Granada, también lo es a mis padres y sus amigos, que me descubrieron una Granada especial; una de esas amigas es María, que también es homenajeada en la exposición, pues gracias a sus conocimientos y sensibilidad aprendí a gozar mejor de esta ciudad sin par. 

Por último una pregunta: ¿Alguien se opondría a que la reabierta biblioteca del Zaidín se la conociera popularmente en el barrio como "Biblioteca María Sánchez Arana"?




Granada, 19 de septiembre de 2016
Miguel Sánchez Peinado