Y vuesa merced, ¿dónde camina?
Yo, señor -respondió el caballero- voy a Granada,
que es mi patria.
¡Y buena patria! -replicó don Quijote.

jueves, 19 de marzo de 2020

EL MAR imagen de la vida

A cuantas personas en la vida
se conducen con valor y prudencia,
sabiéndose esclavos de la verdad y la libertad



... el mar es un abismo sólo superficialmente engalanado. Podemos, para colmo de males, perdernos. El agua es una llanura sin caminos y marcamos el rumbo guiándonos por la memoria de playas donde nunca hemos estado. Pero un velero con proa a barlovento es un brillante triunfo de la inteligencia sobre el destino. El mar insinúa en la noche que toda singladura es un fracaso, y en la mañana que navegar ya es un triunfo del espíritu. El buen navegante mantiene en las horas de luz la advertencia de la noche, y en las horas oscuras la esperanza del día.

El laberinto sentimental. José Antonio Marina

Miguel Sánchez Peinado
19 marzo 2020

miércoles, 18 de marzo de 2020

RECLUIDOS por culpa ajena 1.- Poesía en Sala de las Dos Hermanas






Soy el jardín que la hermosura adorna:
verla, sin más, te explicará mi rango.
Por Mohámmed, mi imám, a par me pongo
de lo mejor que haya de ser o ha sido.
 Sublime es la mansión, porque Fortuna
le mandó superar a toda casa.
 ¡Qué delicias ofrece a nuestros ojos!
Siempre nuevo es aquí el afán del noble.
 Las Pléyades de noche aquí se asilan;
de aquí el céfiro blando, al alba, sube.
 Sin par, radiante cúpula hay en ella
con encantos patentes y escondidos.
 Su mano tiende Orión por saludarla;
la luna a conversar con ella viene.
 Bajar quieren las fúlgidas estrellas,
sin más girar por rayas celestiales,
 y en los patios, de pie, esperar mandatos
del rey, con las esclavas a porfía.
 No es raro ver errar los altos astros,
de sus órbitas fijas desertores,
 por complacer a mi señor dispuestos,
que quien sirve al glorioso gloria alcanza.
 Por su luciente pórtico, el palacio
con la celeste bóveda compite.
 ¡Qué ropa de adornado tisú echaste
sobre él! Hace olvidar el tul del Yemen.
 ¡Qué arcos hay por encima, sostenidos
por columnas, de luz engalanadas,
 cual esferas celestes que voltean
sobre el pilar del alba cuando asoma!
 Las columnas tan bellas son en todo,
que ya vuelan proverbios con su fama.
Su mármol liso y diáfano ilumina
negros rincones que tiznó la sombra,
 pues tal fulgor despide, que son perlas
dirías, a pesar de su tamaño.
Jamás alcázar vimos tan excelso,
de más claro horizonte y más anchura.
 Nunca vimos jardín tan verdeante,
de más dulce cosecha y más aroma.
 Le autorizó el cadí de la hermosura
que cambiase a la par en dos metales,
 pues si, al alba, del céfiro la mano
llenan dracmas de luz que bastarían,
 tira luego, en lo espeso, entre los troncos
doblas de oro de sol, que lo decoran.
 Me une un claro linaje a la victoria;
mas un linaje, que es lo que es, le gana.


Poesía de Ibn Zamrak esculpida en las paredes de la Sala de las Dos Hermanas de la Alhambra. Traducción de don Emilio García Gómez 

Miguel Sánchez Peinado
18 marzo 2020


martes, 17 de marzo de 2020

HOSPITAL DE LOS VENERABLES

A los médicos, sanitarios y científicos,
que de forma callada trabajan
 por la salud de los ciudadanos,
 en estos momentos más
 meritoria y abnegadamente



En el barrio sevillano de Santa Cruz, muy cerca de la Catedral y Reales Alcázares, se encuentra el Hospital de los Venerables. Fue fundado por el canónigo Justino de Neve  -gran defensor de la canonización de Fernando III de Castilla- para albergar a sacerdotes ancianos sin recursos, que  la Hermandad del Silencio tenía acogidos en un edificio alquilado. Para la construcción tuvo la ayuda del cabildo municipal, que aportó 54.000 maravedíes, la del Duque de Varagua, y de los hermanos Luis y Pedro Corbet, el primero canónigo de la catedral de Sevilla, el segundo Almirante General de la Armada del Mar Océano.

A principios del siglo XIX la institución entró en quiebra y a raíz de la invasión francesa y la desamortización de 1820 el edificio acogió una fábrica de tejidos. Por Real Orden de 1847, reinando Isabel II, se devolvió la gestión a la Hermandad.

En los años 60 del pasado siglo XX acogió el Museo de Cofradías; y en los 70 dejó de ser residencia de los clérigos.



El Hospital está construido en torno a un patio sevillano de planta cuadrada a modo de claustro conventual cisterciense, con una fuente en desnivel a fin de facilitar el acceso del agua.



La iglesia en la planta baja fue consagrada a San Fernando. Está decorada con grandiosos frescos de Juan Valdés Leal y su hijo Lucas Valdés, donde abundan los ángeles, imágenes simbólicas de la función mediadora de los sacerdotes entre Dios y el género humano.






En la parte central del retablo del presbiterio la Última Cena, en la parte alta la Apoteosis de San Fernando, ambas obras de Lucas Valdés.  


En el techo de la sacristía un magnífico fresco de Valdés Leal sobre el Triunfo de la Cruz




Una bella escalera con bóveda oval y decoración barroca presidida por los símbolos de San Pedro da acceso a la segunda planta.



Una amplia y luminosa galería, muy acertadamente ofrecida al público con su balconada abierta, da vista al patio central.



Entre 1987 y 1991 el Hospital de los Venerables fue restaurado gracias al acuerdo entre el Arzobispado de Sevilla, entonces regido por el cardenal Carlos Amigo, y la Fundación Focus-Abengoa. A partir de 1991 el edificio es sede de la Fundación y del Centro Velázquez.

En lo que fue enfermería del hospital se encuentra una reducida y selecta exposición permanente con obras de Velázquez, Murillo, Zurbarán y Pacheco.





Santa Rufina. Velázquez


Inmaculada Concepción. Velázquez


Imposición de la casulla a San Ildefonso. Velázquez

San Pedro penitente de los Venerables. Murillo
Santa Catalina. Francisco Pacheco
Inmaculada. Zurbarán
Santa Catalina. Murillo

Fray Diego de Oña. Zurbarán



En la planta baja una puerta abierta en el pórtico da acceso a un bello y sencillo patio.



Miguel Sánchez Peinado
Granada, 17 marzo 2020

domingo, 15 de marzo de 2020

CATEDRAL DE GRANADA. Exteriores



Es la catedral el más importante de los monumentos cristianos de Granada. Al mismo tiempo es de los templos que más impresionan al que penetra en él por primera vez. Como la Capilla Real, debe su origen a la iniciativa de los Reyes Católicos, si bien no lograron verlo comenzado, ya que no se puso la primera piedra hasta el año 1523 -concretamente el 25 de marzo, festividad de la Encarnación, a cuya advocación está dedicado el templo- en el reinado de su nieto, el Emperador Carlos V.


La construcción del edificio fue lenta y espasmódica, pasando por muchas vicisitudes, incluida la paralización de las obras durante la rebelión de los moriscos, y no se terminó del todo hasta los primeros años del siglo XVIII, 180 años después del inicio de las obras.

En la época en que se dio comienzo la construcción, la moda artística en España, al igual que en muchos otros paises europeos, estaba sufriendo profundos cambios. En arquitectura el viejo estilo gótico, de origen francés, cedía ante el risueño estilo del Renacimiento proveniente de Italia. Este momento de transición se ve reflejado en la catedral de Granada, cuya planta es fundamentalmente gótica, debida a Enrique Egas, su primer arquitecto; el alzado, por el contrario, es clásico, de acuerdo a los cánones del Renacimiento italiano.

El verdadero creador de la catedral no fue Egas, sino Diego de Siloe. Se había echado una pequeña parte de los cimientos cuando en 1528 éste último se hizo cargo de la dirección de las obras, manteniéndose en ella hasta su muerte en 1563. Siloe había vivido en Italia. Allí se había dejado seducir por el encanto del nuevo estilo, pero a pesar de su apego a las nuevas formas, el arquitecto burgalés se abstuvo de introducir modificaciones sustanciales en la planta medieval de su antecesor, quizás porque no la consideraba del todo incompatible con sus ideales renacentistas. Sin embargo, la conservación de la planta gótica impidió que la catedral de Granada lograra ser un edificio auténticamente clásico.

Puerta del Perdón
Siguiendo el orden cronológico de su construcción nos fijaremos en primer lugar en la fachada septentrional del edificio, donde se encuentra la Puerta del Perdón, que da acceso al interior por el transepto izquierdo.


Su nombre proviene, según se dice, del indulto concedido a un reo, que en una ocasión logró evadirse y penetrar en la catedral por esta puerta, acogiéndose al derecho de santuario.
La portada en cuestión está encajada entre monumentales contrafuertes, disfrazados de pilares clásicos, que ostentan los blasones de de los Reyes Católicos y del Emperador Carlos V.

Blasón de Carlos V

Blasón de los Reyes Católicos
Está dividida en dos cuerpos. El inferior, fechado en 1536 corresponde a Diego de Siloe, el superior, de principios del siglo XVII, a Ambrosio de Vico.



Cuerpo inferior de Siloe

Detalle cuerpo inferior
La parte siloesca  constituye uno de los grandes triunfos del estilo plateresco de Andalucía. Aquí el arquitecto logró aunar a la perfección la grandiosidad arquitectónica de las formas romanas con una exuberancia decorativa, cuya plasticidad anticipa la del Barroco. El lado izquierdo de este cuerpo es de mayor finura de ejecución, por corresponder a Siloe, cuya inicial se observa entre los adornos de los nichos inferiores; el otro lado se debe a uno de sus discípulos y es menos delicado.
De gran belleza son las figuras de la Fé y la Justicia en las enjutas, que sostienen una inscripción alusiva a la restauración de la religión cristiana en Granada por los Reyes Católicos en 1492.

Inicial del apellido en la decoración 

Cuerpo superior de Ambrosio de Vico
En el cuerpo superior, dirigido por Ambrosio de Vico en 1610, resalta la figuras de Dios Padre junto a las de David e Isaías, atribuidas a Martín de Aranda.

También de Siloe, aunque de menor interés, es la portada del Ecce Homo en la cabecera, junto a la sacristía, y el cuerpo inferior de la de San Jerónimo, próxima a la torre.


Portada del Ecce Homo


Puerta de San Jerónimo. Foto René Taylor años 60    

Fachada principal



El proyecto inicial de Diego de Siloe incorpora una monumental fachada de varios cuerpos, con dos torres, una a cada lado. De éstas sólo se logró terminar una, si bien fue necesario demoler el remate octogonal por flaquear los cimientos. Aún así, la porción de torre existente sólo refleja el proyecto de Siloe en el primer cuerpo; lo demás corresponde a modificaciones introducidas por arquitectos posteriores. De la torre izquierda, sólo se terminó una pequeña parte; ésta se aprovechó para crear la llamada Torre de San Miguel, cuyo nombre proviene de la estatua que la corona.


Torre de San Miguel
La fachada propiamente dicha fué el último elemento importante que se proyectó. Es obra de Alonso Cano; la trazó en 1667, el año mismo de su muerte. Cano se apartó completamente del estilo de Siloe, si bien tuvo que adaptarse a lo que su predecesor había hecho; esto se reducía a unos pedestales y a las jambas de las puertas. Por consiguiente, tuvo que incorporar el sistema siloesco de contrafuertes exteriores. Pero mientras Siloe rara vez logró disfrazar el medievalismo fundamental de su sistema constructivo, Cano, con la ventaja de un siglo más de experiencia en el vocabulario clásico, supo hacerlo perfectamente. Lo que hizo fué sencillamente colocar un inmenso arco de triunfo romano delante de la iglesia.


Ante una forma tan acusadamente romana, el que contempla esta fachada se olvida de todo asomo de medievalismo; esto es lo que Cano quiso lograr. Prescinde por completo de los órdenes clásicos tan caros a Siloe; en su lugar emplea listones fajeados que carecen de capiteles.
Las proporciones de los huecos fueron determinadas por las proporciones acentuadamente verticales de las naves interiores. Pero Cano corrigió esta tendencia ascendente por medio del énfasis que dió a la cornisa que separa los dos cuerpos; al mismo tiempo coronó la composición con áticos horizontales, si bien esta parte de la obra con sus pináculos y diminuta cruz de hierro no está a la altura de lo demás, por lo que se sospecha que no obedece al proyecto canesco; pese a este defecto, la fachada de la catedral demuestra aquel equilibrio entre verticales y horizontales propio de los estilos clásicos, y que los distingue de lo medieval. Al mismo tiempo esta característica subraya la diferencia entre los estilos de Siloe y Cano. Aquel emplea todo el repertorio de de formas clásicas para envolver una estructura construida  más bien según los principios del estilo gótico. Cano, por el contrario, prescinde casi por completo de este repertorio de formas, pero la estructura de su fachada, pese a que tuvo que ajustarse a lo construido por Siloe, nos comunica la impresión de un edificio auténticamente clásico.

La fachada de la catedral de Granada es una de las más personales y originales obras de toda la arquitectura española (G. Kubler) y supone el más importante logro arquitectónico de Alonso Cano (H.E. Wethey), representando, según E. Orozco Díaz, el gesto más valiente, nuevo y vigoroso con que se expresó la arquitectura barroca en el exterior del templo.

Iconografía en la fachada principal

La iconografía principal del cuerpo inferior está dedicada a tres momentos en la vida de la Virgen María.


La Encarnación sobre la puerta central de la fachada, obra de José Risueño


La Visitación sobre la puerta izquierda


La Asunción sobre la puerta derecha

Las figuras de San Pedro y San Pablo flanquean la puerta principal.

San Pedro
También en este primer cuerpo, bajo la cornisa, cuatro medallones con las imágenes y respectivos símbolos de los cuatro Evangelistas.


San Mateo

San Marcos
San Lucas
San Juan
Sobre la cornisa cuatro estatuas. Las dos exteriores representan a los arcángeles Miguel y Rafael; las del centro al Antiguo y Nuevo Testamentos.

San Miguel
  
Nuevo Testamento

Antiguo Testamento
San Rafael
El cuerpo superior del arco central lo corona un jarrón con azucenas, símbolo de la pureza de la Virgen, que se reproduce en distintas partes del conjunto catedralicio de Granada.



Miguel Sánchez Peinado
Granada, 15 marzo 2020


Nota.- El texto de esta entrada se ha extraído de un trabajo inédito de René Taylor sobre la Catedral de Granada, cuyo documento mecanografiado y con correcciones a mano, regaló René a mi padre junto con otro sobre la iglesia del Sagrario. También se ha incorporado una foto en blanco y negro de la Puerta de San Jerónimo tomada por Taylor.