CANTO A LA VIDA. A María Sánchez Arana

    Hay personas que cuando mueren no se van; son los hombres y mujeres que permanecen y viven en el ambiente que crearon para vivir ellos y en el que se nutrieron cuantos en su camino encontraron. Son esos seres que no tienen límites, porque sus fronteras están abiertas a todos los que la vida va poniendo en sus caminos. Son esas personas adornadas de bondad y cultura que, sin darse cuenta y con la misma naturalidad con que respiran, iluminan y alimentan a quienes con ellas se relacionan. Son esas personas que al contemplarlas y conocerlas decimos de ellas simplemente: una mujer buena, un hombre bueno. Esas personas que, como María, cuando les pides un consejo tan sólo dan una opinión o una sugerencia.

   Estas personas, patrimonio silente del Universo, cuando mueren provocan una respuesta inconsciente de CANTO A LA VIDA. Por ello, cuando el pasado martes me llaman y dicen que María Sánchez Arana ha muerto, lejos de entristecerme, a mi mente afloran mil imágenes luminosas de momentos vividos que dejan marcada una parte de mi historia; y lo que es más importante, de la vida de los más de siete mil estudiantes que por sus aulas pasaron y de aquellas personas que encontraron en María, además de una excelente profesora de Literatura, una gran Maestra en el arte de vivir con sencillez y generosidad; algo atípico en este mundo actual en que los cultos viven en nubes de vanidades y subvenciones; muchas mujeres sencillas del Zaidín me entenderán mejor que nadie.

    Y para homenajear a María Sánchez Arana no se me ocurre nada mejor que CANTAR A LA VIDA con

UN LIBRO

UN CASTAÑO ALPUJARREÑO

UNA ROSA

UN PAJARILLO

Y SU MAR MEDITERRANEO...

 

porque cuando José Antonio Marina escribió que "un velero proa a barlovento es un brillante triunfo de la inteligencia sobre el destino", cantaba a la vida y, sin saberlo, cantaba a María Sánchez Arana.

 Miguel Sánchez Peinado

26 de abril de 2022