A cuantas personas en la vida
se conducen con valor y prudencia,
sabiéndose esclavos de la verdad y la libertad
... el mar es un abismo sólo superficialmente engalanado. Podemos, para colmo de males, perdernos. El agua es una llanura sin caminos y marcamos el rumbo guiándonos por la memoria de playas donde nunca hemos estado. Pero un velero con proa a barlovento es un brillante triunfo de la inteligencia sobre el destino. El mar insinúa en la noche que toda singladura es un fracaso, y en la mañana que navegar ya es un triunfo del espíritu. El buen navegante mantiene en las horas de luz la advertencia de la noche, y en las horas oscuras la esperanza del día.
El laberinto sentimental. José Antonio Marina
Miguel Sánchez Peinado
19 marzo 2020
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