Y vuesa merced, ¿dónde camina?
Yo, señor -respondió el caballero- voy a Granada,
que es mi patria.
¡Y buena patria! -replicó don Quijote.

martes, 17 de diciembre de 2019

PALACIO DE DUEÑAS. Cuna de Antonio Machado

A la memoria de Emilio Castillo,
hombre bueno, enamorado del arte
y la fotografía

En Sevilla, ciudad mimada por la Historia, hay rincones y edificios con encanto especial; uno de ellos es el Palacio de Dueñas, donde el lujo de lo aristocrático rinde homenaje a la luminosidad y sencillez de la Naturaleza que lo acoge, cuyos árboles y fuentes tuvieron el privilegio de ver nacer y crecer al más ilustre poeta sevillano.

Fachada principal del Palacio de Dueñas

Escudo de la casa de Alba



Junto a la fachada un bello rincón recuerda que en este palacio nació en las primeras horas del 26 de julio de 1875 un príncipe de las letras: don Antonio Machado; quien con su poesía hizo Grande de España nuestra cultura y los lugares por donde pasó.



El palacio, así denominado por colindar con el hoy extinguido Monasterio de Santa María de Dueñas, data de los siglos XV y XVI. Fue construido por la familia de los Pineda, que lo vendió a Catalina de Ribera. Pasó a propiedad de la Casa de Alba cuando Antonia Enriquez de Ribera contrajo matrimonio con Fernando Alvarez de Toledo, futuro duque de Alba. 

En el siglo XIX el palacio, tras correspondiente adaptación y encubrimiento de sus artesonados, se destinó a casa de vecinos, uno de los cuales fue el padre del poeta Antonio Machado.




Esta luz de Sevilla... Es el palacio
donde nací, con su rumor de fuente.

Antonio Machado, Soneto IV











Mi infancia son recuerdos de un patio de Sevilla
y un huerto claro donde madura el limonero;

Antonio Machado, Retrato


En Dueñas compiten en belleza la sencillez de los patios de las afueras con la solemne elegancia del patio principal.


  

Multitud de bellas estampas dispersas por doquier recrean la vista del visitante, quien comprenderá que el buen gusto es fruto de la sensibilidad y la cultura sin pertenencia a clase social alguna.






Artesonados ocultos en tiempo que los moradores de Dueñas no pertenecían a la Casa de Alba lucen hoy en todo su esplendor



Por este bello arco se accede a los solemnes salones donde se aprecia la rigidez e incomodidad de una aristocracia lejana en el tiempo.





En estos salones un sonoro silencio, temeroso de no ser comprendido el lujo de tiempos pasados, lo rompen murmullos de calladas voces que resuenan dentro de los libros de una coqueta y cómoda biblioteca.


Solo por poder contemplar este rincón es de agradecer la apertura al público de parte del Palacio.


El recuerdo a doña Cayetana, última duquesa de Alba, se hace presente entre naranjos y limoneros, toros y faralaes, pintura y escultura.



Por la misma entrada que accedimos a estas recargadas dependencia se sale a los luminosos rincones que dejamos atrás.


Y antes de abandonar Dueñas una mirada hacia atrás,...


...también en el tiempo, para recordar la visita que a este lugar hizo la granadina María Eugenia de Montijo, quien sólo llegó a emperatriz de los franceses, porque su madre no le permitió lo que quería: ser Duquesa de Alba junto a James.

Y como epílogo a la visita un recuerdo a don Antonio Machado, que a su muerte tenía en el bolsillo de la chaqueta un papel en donde se leía:

Estos días azules y este sol de la infancia

Miguel Sánchez Peinado
Granada, 17 diciembre 2019