La geometría de pretiles, muros, piedra y ladrillo se nos muestra esplendorosa en una variada tonalidad de misma gama cromática.
Aquí conviene hacer zoom usando la mano a modo de catalejo, para disfrutar de variados detalles aislándolos de su conjunto.
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Hasta tomando un café o cerveza el cuadro es de entrañable belleza |
Prosiguiendo la marcha encontramos de inmediato el Palacio de los Carvajales, casa señorial de final del XVI, que perteneció a don Francisco de Carvajal -Corregidor de Granada en 1586. Fué sede de la Comisión Provincial de Monumentos. En la segunda mitad del siglo XX fue restaurada y actualmente es la sede del Centro de Documentación Musical de Andalucía.
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Palacio de los Carvajales |
Merece la pena, si está abierto, entrar y disfrutar de los muchos detalles de su interior.
A escasos metros de la salida, en la margen izquierda del río se ve, adherido a un torreón, los restos de lo que fue el Puente del Cadí, enlace de la Alhambra y el Albayzín.
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Restos del puente del Cadí |
Frente a estos restos encontramos El Bañuelo, uno de los baños árabes más importantes y completos de los conservados en España. Datan de la época zirí del rey Badis (siglo XI).
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Bañuelo |
Casa de vecinos y lavadero público, hasta que recuperado por el Estado fue restaurado por Leopoldo Torres Balbás. Merece la pena visitarlos, aunque la visita gratuita está restringida a los domingos.
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Sala templada de los baños |
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Cuando la luz acaricia no hay rincón que se resista a la belleza |
A escasos metros del Bañuelo se encuentra el Convento de Santa Catalina de Siena, más conocido por Convento de Zafra.
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Convento de Zafra |
Fundado en 1520 por Leonor de las Torres, viuda de Hernando de Zafra, Secretario de los Reyes Católicos. La construcción finalizó en 1540 sobre terrenos propiedad de los Zafra permutados por los del Convento de Santa Isabel la Real en el Albayzín.
Prosiguiendo la marcha, pocos metros a la derecha la iglesia de San Pedro y San Pablo bordeada por el Darro.
Ya desde el Bañuelo conviene mirar a la derecha, pues según la época del año la iglesia se nos muestra con distinto marco.
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Uno de los muchos rincones de una Granada cristiana y mora |
Frente a San Pedro encontramos la Casa Palacio de Castril (Siglo XVI). Perteneció a los herederos de Hernando de Zafra, quienes ejercieron el Señorío sobre el pueblo de Castril; de ahí su denominación.
La parada es recomendable para contemplar en detalle su rica fachada, que se data en 1539, y en cuyo dintel destaca la Torre de Comares -blasón que los Reyes Católicos concedieron a su Secretario por su intervención en las Capitulaciones de Granada.
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Casa de Castril |
La leyenda "Esperándola en el cielo" del balcón ciego de su fachada hace referencia a una romántica leyenda que carece de fundamento histórico.
En 1923 fue adquirido por el Estado instalando el Museo Arqueológico. También tuvieron en este edificio el Museo de Bellas Artes -hoy en el Palacio de Carlos V- y la Real Academia de Bellas Artes de Nuestra Señora de las Angustias -actualmente en el Palacio de la Madraza. Tras unos años cerrado para su remodelación, recientemente se abrió el museo con menos piezas de las que tenía.
Una sobria y bellas escalera invita a adentrarse para disfrutar de su patio y vistas de la Alhambra.
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Torre de Comares desde Casa de Castril |
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Con nuestro catalejo manual se ve esta bella estampa |
Abandonado este bello edificio y reincorporados a la Carrera de Darro, antes de llegar al final de la calle observaremos a la izquierda el Convento de San Bernardo, cuyo actual edificio es de comienzos del siglo XIX.
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Convento de San Bernardo |
Al final de la Carrera del Darro, como puerta abierta a una panorámica de una Alhambra prepontente para quien la contempla desde abajo, encontramos dos edificios enfrentados entre sí; a la izquierda una casa señorial, sede del Monte de Piedad, fundación benéfica creada por un clérigo en 1740, hasta que tras su quiebra y posterior reorganización como Caja de Ahorros fue trasladada a la calle de San Matías y posteriormente a plaza de Villamena; en la actualidad, a causa de los recientes
terremotos financieros, ha desaparecido por una absorción bancaria, pese a haber vivido bajo la advocación de Santa Rita de Casia -abogada de lo imposible.
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Antigua sede del Monte de Piedad |
Al final de la Carrera del Darro, la última a la derecha la Casa de las Chirimías, construida en 1609 por el Ayuntamiento de la ciudad, desde la que los músicos tocaban chirimías y trompetas para amenizar los festejos que se celebraban en el inmediato Paseo de los Tristes. Junto a ella el tercer puente que encontramos, también denominado de las Chirimías.
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Puente y Casa de las Chirimías |
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Casa de las Chirimías vigilada por la torre del Homenaje |
Como los ríos se engrandecen cuando desembocan en el mar, la Carrera del Darro se abre a un océano de belleza en el Paseo de los Tristes, así llamado porque por este paraje discurrían los entierros hasta la despedida del féretro en la Cuesta de los Chinos camino al cementerio. El paseo se hizo en 1609 en terrenos cedidos por los Señores de Castril.
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Paseo de los Tristes desde Alcazaba de la Alhambra |
Aquí la Alhambra, miremos desde donde miremos, se exhibe soberbia, majestuosa y coqueta, vistiendo sus mejores galas según la hora, el día o la estación en que se la contemple.
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Visión desde el final del Paseo |
Nuestro paseo finaliza en el Puente del Aljibillo, donde había un aljibe propiedad de la ciudad.
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Puente del Aljibillo |
Desde aquí podemos bajar al río y contemplarlo desde el lugar en que el Darro recoge las aguas provenientes de la acequia de la Alhambra para llevarlas al Genil.
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... por el agua de granada solo reman los suspiros. (Gª Lorca) |
Finalizado el paseo hay varias alternativas, tan diversas como atractivas todas: Subir a la Alhambra por la Cuesta del Rey Chico, subir al Albayzín por la Cuesta del Chapiz, volver al punto del que partimos por la calle San Juan de los Reyes, o prolongar el paseo por el Camino del Avellano con espíritu romántico y pasearlo como tantas veces lo hizo Ganivet, aquel ilustre granadino,
hombre insólito y extraño, luminoso y profundo -para Cristina Viñes-, cuyo pecado -según Miguel Olmedo Moreno- fue
tener demasiado pronta la respuesta y demasiado segura la solución.
Miguel Sánchez Peinado
21 noviembre 2019