Y vuesa merced, ¿dónde camina?
Yo, señor -respondió el caballero- voy a Granada,
que es mi patria.
¡Y buena patria! -replicó don Quijote.

martes, 24 de noviembre de 2020

MIRADA OTOÑAL


Es aconsejable siempre, y conveniente en este tiempo anormal que atravesamos, pararse, mirar hacía atrás, no importa con los ojos cerrados, pero con la mente abierta, a ser posible en espacio abierto sintiendo en la piel la brisa del aire y el calorcito del sol, e intentar componer una imagen de lo vivido, o al menos visto, en el camino recorrido. Y, después, continuar la marcha en busca de la felicidad, cada cual conforme a sus particulares "entenderas". Merece la pena una paradiña, no para mirar, sino para ver con atención este mundo que nos hemos "fabricado"; donde a cambio de "libertades enlatadas" se nos niega poder ser lo que por naturaleza somos: una idea ilimitada de libertad, como dijo Juan Salvador Gaviota; un mundo manipulado por la mentira, en el que si quieres engañar a alguien basta con decirle la verdad: ¿cómo es posible que...?, te dicen, ¿no recuerdas que te lo dije? contestas, ¡yo cómo iba a pensar que fuera verdad!, te replican. 
La verdad os hará libres, dice Juan que dijo Jesús a los judíos, hace veinte siglos. Y en la paradiña, sintiendo en la piel el fresquito de la brisa y el calorcito del sol, se abren los ojos y sólo se ven "mentiras y libertades enlatadas".

Y... siguiendo el caminar ves unas manos abiertas a todo, cerradas a nadie. Pétreas manos, símbolo de la fortaleza dual del amor: grandeza de la generosidad de quién da en silencio, grandeza de la humildad de quien sin debilidad ni humillación suplica y recibe.
Manos abiertas a la vida, que, desde nuestro ombligo, para unos viene, para otros se escapa, cuando somos nosotros quien venimos y escapamos entre luces y sombras, cegados por la luz unas veces, ciegos por la tiniebla otras; mientras la vida discurre plena de luz y belleza por ramas con espinas, que ni ciegan ni dañan a los seres más pequeños y débiles de la Naturaleza.

Y... mientras la vida sigue inexorablemente su eterno camino el hombre, rey de la Naturaleza -dicen- se ve una vez más en la encrucijada de seguir la senda de la sombra o reconducirse por el camino de la luz y lo natural, esto es, con la cabeza y el corazón.
He aquí mi secreto -dijo el zorro al Principito- Es muy sencillo: sólo se ve bien con el corazón. Lo esencial es invisible a los ojos.
El tiempo que tú perdiste por tu rosa es lo que hace que tu rosa sea tan importante. 

Nota.- Lo escrito en cursiva es transcripción de Juan Salvador Gaviota (Richard Bach), Evangelio de San Juan y El Principito (Antoine de Saint-Exupéry)

Miguel Sánchez Peinado
24 noviembre 2020

8 comentarios:

  1. Preciosa entrada. Una excelente composición visual y un texto profundo y a la vez muy cercano a lo que vivimos. Enhorabuena, Miguel.

    ResponderEliminar
  2. Me alegro; y gracias por tu colaboración desde lo subjetivo.

    ResponderEliminar
  3. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

    ResponderEliminar
  4. Fernando, me alegro te haya gustado; gracias por tu comentario.

    ResponderEliminar

  5. Una frase para no olvidar, más aún… para tener presente en cada momento, sea crítico o no, si es que queremos que nadie nos tomen el pelo y, además, tengamos que estarles agradecidos que, para nuestra desventura, no en pocas ocasiones, esa es la situación en la que nos encontramos, ante quienes no tienen escrúpulos en aherrojarnos hasta con palabras que quieren resonar halagüeña, ojo al dato que se nos ofrece: “somos una idea ilimitada de libertad”. Jamás… un cambio por una “libertad enlatada”.



    ResponderEliminar
  6. Rafael, mataron al hombre cuando para explicarle su realidad lo dividieron en cuerpo y alma; como si fuera posible separar el oxígeno del hidrógeno del agua del mar sin convertirlo en un desierto de sal. Quizás se pueda reconducir la situación actual con un cambio de método: Pensar con el corazón y sentir con la cabeza.

    ResponderEliminar