Y vuesa merced, ¿dónde camina?
Yo, señor -respondió el caballero- voy a Granada,
que es mi patria.
¡Y buena patria! -replicó don Quijote.

jueves, 11 de julio de 2019

LAS COSAS CLARAS Y EL CHOCOLATE ESPESO



Empezaré diciendo que cuando acabé de leer este libro, regalo de su autor, al cerrarlo y enfrentarme con la contraportada me salió un espontáneo: ¡este tío es la hostia! Perdón por la expresión, pero me comprenderán quienes tenga la suerte de leer esta singular obra, en la que siendo lo culinario el eje central, los datos históricos y científicos, macerados con una equilibrada dosis de ironía, y un abundante chorreo de cultura y dichos populares la elevan a la categoría de "libro imprescindible en toda biblioteca de quienes se consideren, o sean, amantes de la cultura" -cultura sin adjetivos.
Fernando Quesada Rettschlag se presenta a sí mismo como biólogo, senderista, aficionado a la fotografía y la historia, glotón irredento y cocinillas vocacional, no contando con más capital que su inteligencia ni más patrimonio que sus conocimientos y que se ganó la vida enseñando Biología y Geología en cinco institutos diferentes. 
Yo, además, lo presento como hermano menor de Antonio Quesada, uno de mis dos grandes amigos de la época de bachilleres avemarianos, que tras el examen de preuniversitario nos dispersamos por facultades distintas y con quien me reencontré el pasado abril después de cincuenta y cuatro años separados por el Atlántico, él en Puerto Rico y Estados Unidos medio siglo, yo en la Granada de siempre. En este encuentro reencontré también a Fernando de quien no sabía nada desde aquella época de juventud, y en una velada entrañable descubrí que aquel joven llegó a la jubilación con la mochila repleta de erudición, cultura y algunos libros escritos.
Uno de esos libros es el que hoy traigo a los amigos de DESDE PLAZA NUEVA; y nadie mejor que su autor para presentarlo:
LAS COSAS CLARAS Y EL CHOCOLATE ESPESO (HISTORIAS, CURIOSIDADES Y ANÉCDOTAS GASTRONÓMICAS) está formado por cincuenta y dos artículos con su aderezo histórico, su condimento anecdótico y su aliño autobiográfico, que componen un conjunto de ensayos con crónicas, acaeceres y porqués de la gastronomía, rematados por las pertinentes recetas de cocina. Una fórmula novedosa y original que entrelaza la historia de la gastronomía con la afición a los fogones.
Para cuidar la higiene cultural y prevenir daños potenciales a la salud lingüística, este libro no contiene anglicismos ni galicismos ni suerte alguna de extranjerismos banales.

Pienso que el título LAS COSAS CLARAS Y EL CHOCOLATE ESPESO, extraído del refranero, es fruto del sentido patriótico de Fernando y de su deseo de poner las cosas en su sitio en el mundo de la gastronomía. El chocolate espeso es el chocolate a la española, que lo introduce en París en 1615 la infanta española Ana María de Austria, esposa de Luis XIII de Francia. La admiración del autor por el pasado de España es incuestionable y, aparte haber escrito VENTICINCO EPISODIOS ASOMBROSOS DE LA HISTORIA DE ESPAÑA, aprovecha este libro de asuntos culinarios para dejar un quejido sobre el profundo y obstinado desconocimiento de nuestra propia historia, que los pocos españoles que la conocen bien, que son excepción, no se explican como una aventura con pasajes tan brillantes, otros tan oscuros, sí, pero siempre tan emocionante, no despierta el interés de los descendientes de sus protagonistas; al fin y al cabo eran nuestros tatarabuelos y de sus andanzas, empresas y aventuras, puede decirse cualquier cosa menos que fueran aburridas. Supongo que este desconocimiento es el causante de que, al menos desde el siglo XIX, seamos una nación de papanatas con complejo de inferioridad, siempre dispuestos a aceptar cualquier cosa que venga del extranjero en actitud babeante y genuflexa, y a considerarla superior a lo propio.

Está escrito con un estilo literario impecable, claro y ameno, en donde las pinceladas de ironía y humor no faltan, pues cuando hay que dejar las cosas claras se dejan de forma sutil y sin asperezas. 

Sorprende la facilidad con que Fernando Quesada, aprovecha un elemento meramente circunstancial para traer a colación un tema de difícil encaje en un libro de gastronomía. Así, en el capítulo dedicado a las papas asadas, las "perdices" para los granadinos, define la "malafollá granaina" como esa mezcla de socarronería e ingenio, aliñada con una pizca de derrotismo y un chorreón de melancolía. Tal receta podría mejorarse, a juicio de nuestro común amigo Manolo Comino, con una cucharadita de "indolencia".

Aunque todas las páginas del libro están repletas de interés, tanto por lo gastronómico como por el derroche de datos históricos, anécdotas y bibliografía, algunos capítulos resultarán, según los gustos y cultura del lector, especialmente gratos. En el 3 nos habla de la música como ingrediente culinario y cita a Nietzsche: Sin música, la vida sería un error. En el 11 deja las cosas muy claras al cuestionar el origen catalán del pan tumaca considerando, tras adecuado razonamiento con datos históricos, que se trata de otra manipulación histórica para apuntalar la aburridora catalano-superioridad de los que predican esa entelequia que llaman hecho diferencial. El 19 es un capítulo que merecería una separata para repartirla por colegios y Universidades, pues recoge 119 refranes culinarios de Sancho Panza.
Un aparte merece el capítulo 25 destinado a homenajear el cocido, tan genuinamente español como la fiesta de los toros, según Fernando Quesada, con quien hemos de estar plenamente de acuerdo, pues en este plato quizás sea el único asunto en el que estemos de acuerdo los españoles de izquierdas, de derechas o apolíticos; autonomistas, independentistas o centralistas; parados, rentistas o mileuristas; defraudadores, malversadores o sindicalistas; terroristas, asesinos o jueces... es en que el cocido es un plato sagrado; tanto, que ni siquiera el genio de Ferrán Adriá ha osado deconstruirlo. 
El 48 me resultó entrañable, pues con dos citas: la verdadera patria del hombre es su niñez .... y la infancia de un hombre no se termina definitivamente hasta que no pierde a su madre, nos introduce en el mundo culinario del pollo a través del recuerdo a su padre, a quien tuve el placer de conocer junto a su señora esposa y madre del autor, a quienes tanto directa como indirectamente también considero responsables de LAS COSAS CLARAS Y EL CHOCOLATE ESPESO.

Y el epílogo, sobre el desperdicio de los alimentos, es un cierre perfecto para un libro... de cocina? sí; de Historia? sí; de ciencia? si; de literatura? sí; de humor? también. Sólo falta un ingrediente para que el libro sea un plato de lectura redondo: las fotografías en color; aunque por razones de costes esté justificada en un libro de autoedición, que fue ganador en España de los "Gourmand World Cookbook Awards 2017" de literatura culinaria y finalista a nivel mundial, premios considerados los más importantes de la literatura gastronómica.

Con esta reseña de LAS COSAS CLARAS Y EL CHOCOLATE ESPESO puede que los amigos de este blog piensen que quien esto escribe lo hace condicionado por el afecto al autor, sus padres y hermano Antonio, pero cuando lean el libro comprobarán que amistad y objetividad no están reñidas entre sí.



LAS COSAS CLARAS Y EL CHOCOLATE ESPESO
CLV LIBROS, 359 pgs.

Miguel Sánchez Peinado
11 de julio de 2019






3 comentarios:

  1. Ante tan cariñoso, prolijo y maravilloso panegírico, solo cabe decir ¡GRACIAS!

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  2. Cariñosa e inteligente presentación. Gracias por compartir y poner la sal y los codimentos necesarios. Me has abierto el hambre de leerlo y poder degustarlo. Que tus noticias sigan siendo tan sabroson as.

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  3. Antonio, cuando vuelvas a Granada procuraré que Fernando se avenga a una charla coloquio con todo el grupo y, si puedo, a bastantes de mis amistades. Por cierto, ¿crees que si le haces llegar a Trump el libro de tu hermano se lo leería o leerían? Puede que algo cambiaría en América y el mundo. Un abrazo

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