Y vuesa merced, ¿dónde camina?
Yo, señor -respondió el caballero- voy a Granada,
que es mi patria.
¡Y buena patria! -replicó don Quijote.

sábado, 8 de noviembre de 2014

ALPUJARRA Una rendija de luz y arte para un mundo perdido




El fotógrafo Miguel Sánchez en la Alpujarra 

Una rendija de luz y de arte nos proyecta un mundo perdido


Una auténtica gozada. Sin alharacas... que distraigan del argumento esencial, con el empeño entero y nuevo de aquella primera exposición fotográfica en los años sesenta sobre la Alpujarra, que tuvo amplia y merecida resonancia en el ambiente culto y entendido de una Granada artística y crítica y que hoy, con una exquisita selección de aquella y algunas obras inéditas, nos asoma de nuevo a unos espacios y rincones incomparables, de una belleza tan singular... casi única, que nos cautiva el corazón y nos hace soñar mediante un paisaje idílico, aunque duro, de unas construcciones y unos espacios urbanos captados con preciosismo increíble, por la destreza de un maestro incuestionable de la fotografía: Miguel Sánchez García.
La exposición nos brinda la oportunidad de comprobar que Granada aún permanece con la antorcha encendida en el corazón de quienes sienten las cosas del terruño como propias, como de la casa común...sin puertas blindadas, como escaparate a los cuatro vientos, para cuantos se atrevan a asomarse al vértigo de la Alpujarra de ayer, con unos pueblos escalando los barrancos, con calles que se dejan atravesar por un canal central que recoge el agua de la lluvia y del deshielo de la Sierra, que se levanta altiva sobre los terraos que dan cobertura a las viviendas de piedra y cal.
La muestra fotográfica nos conmueve con la figura noble y recia de sus hombres y mujeres, cargados de años y de arrugas como se percibe en sus rostros azotados por el viento y quemados por el sol, rostros verdaderamente humanos de los pies a la cabeza, de una ternura indescriptible para la palabra, pero captada con intensidad y profundidad por la cámara fotográfica de aquel hombre que fuera Miguel Sánchez, enamorado, a partes iguales, de su afición a la fotografía y de la Alpujarra granadina.
Miguel ha sabido captar de manera singular la belleza y esa despreocupada felicidad de los niños, que se asoman curiosos a la puerta o que juegan en la calle ajenos al resto del mundo.
No ha pasado desapercibido para este maestro en el arte de la fotografía la entereza indeclinable de hombres y mujeres cargados de años y/o la fortaleza aguerrida de los trabajadores doblados, día tras día, sobre las paratas de oro de cultivos esenciales: la patata, la habichuela, las hortalizas... los árboles frutales. El castaño y el nogal, árboles emblemáticos y seña de identidad del Barranco de Poqueira.

Rafael Carmona 

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