A mis compañeros
avemarianos,
en nuestra época otoñal
Pasear en otoño por el campo o la ciudad en parques y jardines produce una emoción singular. Una sinfonía de colores nos hipnotizan: verdes, ocres, amarillos, violetas, naranjas, rojos, rosas... La belleza del otoño no es menor a la de la alegre y efervescente primavera.
Con la mochila llena de años en el otoño de la vida, liberados de cargas que ya no nos corresponde soportar, pero sin poderlas olvidar, sale uno a pasear; y, al encontrar tanta belleza concentrada, el niño que fuimos aparece con toda su capacidad de asombro, arrastrándonos a contemplar de cerca cuanto tenemos a la vista, pues durante demasiado tiempo el paisaje era algo abstracto en la mirada. El niño renacido ve lo concreto y se acerca más al detalle, sin prisa, pues el tiempo, siendo siempre el mismo, -no pasa el tiempo, pasamos nosotros- es un tiempo más pausado.
Dulcamaras y Lantanas coquetean con nosotros, nos hipnotizan y atraen como a insectos que somos -si tenemos consciencia de nuestra insignificancia en el medio natural por el que transitamos.
Y el niño ve, y ve y ve, y se asombra y asombra y asombra sin parar; y se acerca sorprendido a las pequeñas flores que le provocan su admiración.
Y reencontrado el niño aparece también el padre, que dice al hombre maduro: sigue estudiando la luz, encuadrando lo que ves y ampliando lo justo.
Y el paseo que inició uno lo prosiguen tres, celebrando el encuentro del niño perdido con el hombre hallado; momento en que todo aparece más bello y luminoso, porque la mirada es más limpia y pausada.
Y, mientras un patito camina por las aguas del lago, un felino mira a un hombre mayor, sin ver a las dos personas que caminan con él.
Granada, 21 diciembre 2022
Miguel Sánchez Peinado
Hermoso poema Miguel!
ResponderEliminarUn abrazo
ResponderEliminarMuy bonito
ResponderEliminarMaravillosas fotografías, Miguel. El otoño cobra vida en tu artículo y en nuestro interior al leerlo y observarlo. Esta mirada serena y profunda, por lo menudo que diría un clásico, nos trasmite lisa y llanamente la belleza. Gracias por tu sensibilidad
ResponderEliminarcrónica de ese otoño atemporal que todos llevamos dentro y pocos sacan fuera, enhorabuena Miguel
ResponderEliminarBonitas fotos y bonitas palabras. Coincido contigo en que el otoño es mi estación preferida.
ResponderEliminarMaravillosas fotos y evocador lenguaje. Gracias, Miguel.
ResponderEliminarMagnífico artículo, Miguel, de una gran sensibilidad. Bonitas fotos, como siempre se espera de ti, aunque casi me han gustado más las de la Dehesa del Camarate que he estado viendo.
ResponderEliminarPrecioso Miguel, vaya fotografías más bonitas. Gracias!
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