Y vuesa merced, ¿dónde camina?
Yo, señor -respondió el caballero- voy a Granada,
que es mi patria.
¡Y buena patria! -replicó don Quijote.

viernes, 15 de mayo de 2020

LAS DOS ANCIANAS


Dedico este libro a todas aquellas personas mayores que me han sorprendido por sus conocimientos, sabiduría y singularidad. Así reza la dedicatoria del libro LAS DOS ANCIANAS, que, leido hace tiempo, adquiere en estos días especial actualidad, cuando muchos de nuestros ancianos están viviendo el dolor, pese a sus conocimientos, sabiduría y singularidad.

Velma Wallis (Alaska, 1960) cuenta la historia de dos ancianas, que en un momento de crisis son abandonadas por la gente del grupo con quien vivían, inclusive hija y nieto, quedando condenadas a morir de frío y hambre. Un relato que se hace en la esperanza de que los jóvenes de hoy, demasiado ocupados con la televisión  y el ritmo frenético de la vida moderna, sean lo suficientemente sensibles para prestar oídos a la sabiduría de sus mayores. 

Las dos ancianas, abandonadas por sus limitaciones, propias de la edad, lejos de resignarse a un inminente destino trágico, reaccionan con un: Vamos a morir luchando, que dice una de ellas. A partir de ahí se lanzan a un peregrinaje doloroso sustentado en el recuerdo de antiguas vivencias, superviviendo gracias a sus habilidades aprendidas en tiempos pasados. 

 Mucho se habla sobre la protección del medio ambiente, y mucho se gasta en hablarlo más que en protegerlo, quizás se actúa con poca convicción y sin el sentimiento con que lo hace Sa`-una de las ancianas- que se maravillaba del poder que la tierra ejercía sobre la gente, sobre los animales e incluso sobre los árboles. Todos dependían de la tierra, y si no se obedecían sus reglas una muerte rápida e imprevisible se cernía sobre los imprudentes e indignos. 

... cuando un grupo se muere de hambre, una mala política conduce al desastre. El jefe recordó aquel momento de horrible debilidad, en que casi permitió que sus emociones los arrastraran a todos al desastre. Así se refiere la autora al jefe del grupo que, con el Consejo, acordó el abandono de las ancianas. Al leer eso, en el tiempo actual, entra verdadero escalofrío pensar en aquellas sociedades cuyos jefes carecen de sensibilidad ante los problemas de sus subordinados.

La autora pone en evidencia un principio básico: la necesidad de luchar para sobrevivir, lo que hoy es una excepción en una sociedad donde todo se consigue sin esfuerzo de tipo alguno a cambio de docilidad y renuncia a la propia dignidad.

Por otra parte el amor sencillo y natural, sin grandilocuencia, hace fácil el reencuentro cuando el grupo vuelve y, no encontrando indicios de muerte, salen a la búsqueda de las ancianas y las encuentran con unas provisiones que ponen al servicio de quienes las abandonaron. 

El Pueblo acudía a las dos mujeres en busca de consejo y conocimientos nuevos. Ahora comprendían que los años y la experiencia las habían hecho poseedoras de una gran sabiduría y que tenían mucho que aprender de ellas.
El Pueblo mantuvo su promesa. Nunca volvieron a abandonar a un anciano.

"Y les dará mozos por príncipes, y reinará sobre ellos el capricho, y las gentes se revolverán los unos contra los otros, cada uno contra su compañero, y el mozo se alzará contra el anciano, y el villano contra el noble. Y se echarán unos sobre otros, diciendo en la casa de su padre: Tú tienes un manto; ven y sé nuestro jefe, y toma en tus manos esta ruina". (Isaías 3, 4-6)

LAS DOS ANCIANAS
Ediciones B, 141 págs.

Miguel Sánchez Peinado
15 mayo 2020

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