A Manolo Comino,
tras 55 años de ausencia
entre el Preu y la jubilación
Granada es encanto de la vista y del corazón, sutileza del espíritu. De esta forma tan poética como sutil describe Al Saqundi (S. XIII) a la capital del último reducto del reino nazarí. Hay en Granada bastantes rincones por los que perderse con los sentidos abiertos como ventanas del alma; uno de estos lugares es el camino que va a la Fuente del Avellano, que siendo permanente su encanto en primavera lo tiene especial.
Discurre este camino por el Valle del Valparaiso, frente al Sacromonte entre las aguas del Darro y el Generalife al amparo de frondosa vegetación animada por el murmullo del río y trinos de pájaros que con Ganivet no emigraron.
Discurre este camino por el Valle del Valparaiso, frente al Sacromonte entre las aguas del Darro y el Generalife al amparo de frondosa vegetación animada por el murmullo del río y trinos de pájaros que con Ganivet no emigraron.
Yo me llevé un ruiseñor,
lejos, muy lejos de España,
y a cantar de mí aprendió:
Quiero vivir en Granada.
Recorrer el camino mirando el paisaje al modo en que lo harían los ilustres amigos de la Cofradía del Avellano hace del paseo un encuentro con el pasado. ¡Cuanto ha devaluado Granada la figura de Ganivet elevando a Lorca a la categoría de mito por circunstancias ajenas a lo meramente cultural!
El camino es una galería de arte con bellas imágenes enmarcadas por los árboles en pleno esplendor.
La belleza de sus rincones y el olor de estos parajes producen placidez y sentimiento de plenitud, como también producirían a paseantes judíos, cristianos y musulmanes de su época medieval.
En la fuente del Avellano un recuerdo a los aguaderos, que en sus burros bajaban el agua inundada de frescor y leyenda para placer de los transeuntes de Plaza Nueva y la de Bib-Rambla; uno de aquellos aguaderos era el padre de uno de los bachilleres de los 60 que hace 55 años nos dispersamos por Escuelas y Facultades, a uno de los cuales va dedicada esta entrada con motivo de nuestro reencuentro, quien sabe de los vericuetos de este singular paraje.
Si se adentra el visitante por la vereda que asciende por el monte encontrará las fuentes de la Salud y Agrilla, desde donde se descubren huertas a la vera del Darro sin que sepamos si miramos o desde ocultos rincones somos espiados.
Y si hermosa es la ida contemplando el Albayzín y el Sacromonte, el camino del Avellano nos despide desde una ventana que nos asoma a la Alhambra, que parece querer competir con la Naturaleza que dejamos atrás y en parte se apropió de ella.
Siempre que voy a Granada subo un día y otro por aquellas cuestas,
y cuando voy solo, siento que me atrae una sombra de mujer, que vaya
por aquellos parajes llorando por los amores que se quedan en el Limbo.
(Angel Ganivet)
Miguel Sánchez Peinado
11 de mayo de 2019
En torno a la fuente los cofrades, amigos del ilustre granadino que se tiró a las heladas aguas del Duina, departían sobre Granada y lo granadino. Así describió Nicolás María López aquellos ganivetianos encuentros:
La Cofradía fue una reunión de amigos. Nunca tuvo domicilio ni reglamento. El presidente nato fue Ganivet. En su estructura exterior se asemejaba a las Academias helénicas. Sentados en semicírculo alrededor de una fuente natural bellísima, bajo un dosel de álamos y avellano se departía con serenidad y elevación, en estilo granadino, que sabe combinar la seriedad de los asuntos con el ingenio y la gracia. Se oía a todos; al viejo y al joven, al grave, al díscolo, y no se decían más tonterías que las enteramente precisas para descongestionar un poco el ambiente poético del paisaje.
alrededor de una fuente... se departía con serenidad y elevación |
Desde este paraje pleno de luz, frescura y no poca leyenda, que nos provoca la reflexión sobre la cultura granadina de ayer y hoy, una mirada a la abadía del Sacromonte pone en evidencia a quienes manifiestan que la abadía fundada por don Pedro Castro Cabeza de Vaca está "hecha para unir hombres y pueblos" al tiempo que permiten el deterioro arquitectónico y cultural de este icono de la florentina Granada de ayer.
Fuente de la Salud |
Fuente Agrilla |
Siempre que voy a Granada subo un día y otro por aquellas cuestas,
y cuando voy solo, siento que me atrae una sombra de mujer, que vaya
por aquellos parajes llorando por los amores que se quedan en el Limbo.
(Angel Ganivet)
Miguel Sánchez Peinado
11 de mayo de 2019
Muy bonito e ilustrativo.
ResponderEliminarGracias, Fernando. Me alegra que te haya gustado. De eso se trata, de hacer partícipes a los demás de esos lugares y momentos que nos relajan en esta época tan ajetreada y apartada de la Verdad y la Naturaleza que estamos viviendo.
ResponderEliminarNo consigo seguir tu blog para que me lleguen las novedades al correo-e.
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