El malabarismo de las palabras se queda en la epidermis del afecto, tanto... que resulta incapaz para despertar, ni siquiera, un leve y quedo recuerdo del místico de la música, del maestro inconfundible de las corcheas y las semifusas, de aquella exquisita sensibilidad para elevar los sonidos inaudibles a aquella armonía tan personal y singular que se vive con sus composiciones y que en esta tarde han resonado con una delicadeza única y magistral... entre aquellas bóvedas catedralicias centenarias.
Y, con todo, la vivencia personal, que tus amigos han experimentado por ti en esos momentos, es capaz de hacer vibrar la quintaesencia de la emotividad que cada uno esconde, como el mejor vino escanciado, allá en las bodegas del corazón y, en ese lugar único, paladear, sin palabras, aquellos encuentros nobles, irrepetibles, llenos de silencios clamorosos y... más allá de esa mutua complicidad que se percibe en la devoción sublime y genuina “al maestro indiscutible”, que llega a fundirse en un... “decir todo”, pero sin palabras que lo estropeen.
Basta con sólo un abrazo entre amigos... capaz de conjurar los maleficios del momento y hasta del tiempo, de manera que, en un milisegundo, se llega a experimentar una eternidad de dicha y de afecto tal... que resulta increíble, porque... lo verdadero, lo auténtico, cuando de verdad lo es, entonces aparece espontánea aquella frase bíblica: “qué bueno es estar aquí”, en silencio, sintiendo tu presencia entre nosotros y... nada más.
Y... es entonces cuando nos penetra hasta lo más hondo una suave armonía, que nos embarga el corazón confirmando que aún estás y estarás siempre entre nosotros: Tú, maestro y amigo, Juan Alfonso.
FUGA para encuentro en la eternidad. Miguel Sánchez Peinado
Cuando me llaman y me dicen que Juan Alfonso ha muerto en mi mente aparece la figura de un triángulo que se cierra en la eternidad. Sus lados y vértices tienen nombre: Gerardo, Miguel y Juan Alfonso. Un triángulo que un mes de julio de hace bastantes años Gerardo Rosales Camacho -juez, pintor, poeta y pensador- abrió para partir al largo viaje; un mes de enero de hace menos años Miguel Sánchez García -editor, fotógrafo y pensador- emprendió camino a la eternidad al encuentro de su "hermano escogido" -así definía Gerardo al amigo; y el pasado 17 de mayo Juan Alfonso García -sacerdote, compositor musical y pensador- partía para cerrar nuevamente el triángulo en la eternidad.
Imagino a Gerardo en el reencuentro diciéndoles: ya os dije "que la muerte no es otra cosa que una pura apariencia", la puerta de la vida definitiva, que Miguel explicaba desde su argot fotográfico "como el proceso de revelado que fija para siempre la imagen auténtica, de la que la vida presente es el negativo, la noche, el espejo oscuro".
Quienes conocieron los lados de ese triángulo conocieron la verdad, la belleza y la bondad; contemplaron el triunfo de la fé sobre la duda y de la esperanza sobre el miedo, expresión de lo cual es el Poema de Yavé que Gerardo parió en su crisis existencial, que Miguel editó y Juan Alfonso musicalizó.
Imagino que Juan Alfonso ya habrá puesto música celestial al encuentro de quienes fueron, como dijeron de uno de ellos, "arcángeles niños y quijotes en la amistad en estos tiempos tan antiarcangélicos y antiquijotescos".
Fotografias: Juan Alfonso en el órgano de la catedral de Granada. Miguel Sánchez García
Música para oir:
Plenitud dorada. Juan Alfonso García
He oído una y otra vez “plenitud dorada” y no me canso de hacerlo, ¿qué mejor homenaje a Juan Alfonso que oír su música?
ResponderEliminarNi el tiempo....es capaz de borrar el paso de un MAESTRO de la interpretación musical... en la Catedral de Granada.
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